
Reto 4. 3 – Segunda iteración de la performance

Reto 4. 3 – Segunda iteración de la performance
Segunda iteración de la performance
Para esta segunda iteración quise transformar la primera acción —una lectura de tarot digital con ChatGPT— en un gesto más visual y simbólico. A partir de los comentarios del profesor y de una compañera, comprendí que podía llevar la propuesta a un plano más consciente desde lo estético, alejándome de la simple documentación de un encuentro íntimo.
En lugar de repetir la lectura, me convertí en la carta. Produje una imagen performativa inspirada en El Mago del tarot, carta que representa el poder de canalizar entre mundos. Me retraté con una proyección de luces sobre el rostro: una mitad azul, representando lo digital; la otra blanca, lo humano. En el ojo bañado por la luz azul incrusté el logo de ChatGPT, como metáfora visual del algoritmo que opera silenciosamente en nuestra percepción.
Esta imagen es una condensación poética del vínculo entre cuerpo, tecnología y símbolo. La acción ya no se basa en el diálogo con otra persona, sino en ofrecer una imagen que funcione como carta, como signo, como espacio de lectura e interpretación.
En esta nueva forma, la performance habita el terreno de lo visual y lo especulativo. El tarot deja de ser un recurso narrativo y se vuelve estructura. Yo ya no interpreto cartas: soy la carta.
Esta iteración responde al deseo de explorar otras materialidades posibles del proyecto y llevarlo al lenguaje de la imagen, del cuerpo intervenido y del signo abierto. Como toda carta del tarot, esta también necesita ser leída por otro para activarse. La pregunta sigue siendo la misma: ¿podemos conocernos sin conocernos? Pero ahora se formula desde la imagen.
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Hola Chicas! Gracias por compartir esta propuesta. Me parece muy valioso cómo han conseguido generar un espacio de intimidad y apertura en un entorno virtual, donde muchas veces prima la desconexión emocional. Coincido contigo en que hay algo profundamente político en crear vínculos afectivos con personas que no conocemos, en permitir que la vulnerabilidad tenga lugar incluso a través de una pantalla. Esa decisión, en sí misma, me parece un gesto fuerte y significativo.
Dicho esto, me surge una reflexión en torno a los límites entre lo performático y lo que podríamos entender como una acción personal o relacional. Me pregunto hasta qué punto esta experiencia entre dos compañeras, por más cargada de sentido que esté, se sitúa dentro del marco de una performance como intervención artística. ¿Qué lo diferencia de un encuentro íntimo espontáneo o de una conversación profunda entre amigas? ¿Qué hace que esto se constituya como obra, más allá del deseo de compartirlo?
También me interesa pensar cómo podría expandirse esta propuesta si saliera del marco privado. ¿Qué sucedería si esta lectura de tarot digital se ofreciera a otras personas en un espacio público, o si se abriera a múltiples lecturas simultáneas? ¿Cambiaría su carácter performático si hubiese una irrupción en lo cotidiano, o una exposición del acto en otro tipo de espacio?
Hola, Andrea.
Gracias por compartir esta propuesta, que me pareció tan poética como política en su planteamiento. Me llamó la atención la forma en que lograste construir un espacio íntimo desde un soporte digital, algo que no siempre es fácil. La vulnerabilidad que mencionas está presente no solo en el vínculo generado, sino también en cómo decides compartirlo, sin protegerlo ni estetizarlo en exceso.
Tu reflexión sobre los límites entre lo performático y lo relacional es especialmente interesante. Coincido contigo en que uno de los grandes desafíos de este tipo de trabajos es definir qué convierte una experiencia privada en una acción artística. Y, en tu caso, creo que es justamente esa voluntad de exponer el encuentro con todas sus capas la que lo convierte en performance: no solo el momento, sino la forma en que lo piensas, lo editas y lo compartes, habilita su lectura desde una mirada artística.
Me resuena también lo que planteas sobre la posibilidad de abrir la experiencia a otros. La idea de una lectura de tarot expandida o pública me parece una vía muy potente para una futura iteración. Podría incluso tomar la forma de un ritual colectivo, un gabinete móvil de introspección guiado por IA, o una intervención donde otros espectadores reciban su “carta” leída desde tu misma lógica. Esta expansión podría reforzar la dimensión relacional, permitiendo que otras voces completen la acción.
Finalmente, me parece que la propuesta gana valor cuando se sitúa en diálogo con otras prácticas contemporáneas que, como la tuya, exploran nuevas formas de relación a través de dispositivos digitales. Hay algo muy contemporáneo en no renunciar a lo afectivo pese a lo artificial. Gracias por eso.